Kicillof en campaña contra el «sentido común» de la época libertaria

El gobernador bonaerense dio un fuerte mensaje contra el supuesto sentido común que se busca instalar como resultado de la elección de Javier Milei. Afirmó su convicción acerca de que el pueblo argentino no modificó su manera de pensar y que sigue defendiendo valores como la universidad pública, la industria nacional y la soberanía.

El gobernador Axel Kicillof viene planteando su gestión en la provincia de Buenos Aires como la contracara de lo que realiza a nivel nacional Javier Milei. Allí donde el Estado se retira y deja necesidades sin atender, Kicillof -con las limitaciones del caso- asiste mediante la gestión provincial. Este lunes, al abrir un congreso de educación en San Martín, le dio un marco teórico a esa actitud, al sostener su convicción de que los argentinos no cambiaron su manera de pensar. «Estoy convencido de que el voto a Milei no tuvo el contenido de convalidar toda la sarta de barbaridades, de zonceras, que se dijeron en esa campaña electoral», planteó. Y agregó: «La universidad pública, la industria nacional, la soberanía, las Malvinas. Las menciono en mis discursos, en cualquier extremo de la Provincia y ante cualquier auditorio, y estoy seguro de que son los valores que sigue teniendo nuestro pueblo».

Acomodarse a este supuesto nuevo «sentido común» de la época libertaria genera problemas de posicionamiento a la dirigencia política. En especial, a la denominada oposición «dialoguista», que critica los postulados libertarios, pero luego termina votando la mayoría de sus propuestas en el Congreso. Hablan de darle «herramientas» al Presidente que eligieron la mayoría de los argentinos y, en voz baja, admiten que es lo que creen que quieren sus electores. En especial para los que vienen del interior del país, donde Milei obtuvo la mayoría de sus votos. Si bien en el peronismo también hay discusiones, existe una convicción mayoritaria acerca del rol opositor que le toca jugar y Kicillof desgranó en San Martín una serie de postulados en ese sentido. Con sus lecturas acerca de lo que se votó en noviembre y de lo que quiere la gente.

Contó de la vez que le tocó participar con varios gobernadores de una reunión con funcionarios de la Casa Rosada. «Soplaba un clima de ajuste», ironizó. Cada gobernador que tomaba el micrófono decía cuántos ministerios iba a cerrar y cuántos empleados estatales quedarían en la calle. Algo que le pareció como una puesta en escena para ver quién hacía el ajuste más profundo, convencidos de que la cosa iba por ahí. El «clima de época», la presunta exigencia que tendría la gente expresada a través de la opinión pública. En realidad, se sabe, la opinión pública también puede representar intereses determinados que consiguen instalar ese sentido común que descartó. «No me parece que nuestro pueblo haya modificado su estructura de sentimientos, sus convicciones, su forma de vida», apuntó Kicillof, quien estuvo acompañado por su ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, el director de Cultura y Educación, Alberto Sileoni, y el intendente Fernando Moreira.

Incorporó a la discusión el uso de las nuevas tecnologías y la transmisión de mensajes a través de Tik-Tok, cartacterístico de las fuerzas de ultraderecha. No le pareció que a través de esas novedades comunicacionales pudiera modificarse la manera de pensar de un pueblo. «Ahora resulta que la sociedad argentina no valora, no aprecia, ni a sus científicos (que serían todos unos ñoquis inútiles), ni a los maestros y maestros, ni a los artistas, ni a los empresarios de pymes productivas, ni a los laburantes. No admira todo eso sino que ahora admira a un economista austríaco muerto hace 200 años», planteó. Tan tocado se sintió por lo que estaba transmitiendo que incluso se emocionó cuando concluyó que sabía que nunca le sacarían del corazón de la gente lo que sentía por su escuela, el motivo del encuentro.

Las definiciones de Kicillof sonaron importantes en el marco de reorganización del PJ Nacional. En noviembre se elegirán las nuevas autoridades y hay dirigentes que plantean que algunas ideas de los últimos tiempos quedaron viejas y también están los que quieren volver a las antiguas doctrinas. En principio, lo dicen todos los consultores que trabajan con encuestas, el peronismo es identificado como la oposición al gobierno de Milei. Incluso, dicen que los últimos escándalos referidos al ex presidente Alberto Fernández no parecen haberlo afectado. Tal vez porque la referencia sea más un conjunto de ideas que las personas que circunstancialmente ocupen los lugares de representación.

Este lunes también tuiteó la ex presidenta Cristina Kirchner. Algo raro en ella, fue muy suscinta: «Pericia psiquiátrica le vamos a pedir a los que dicen que Villarruel es peronista». Fue luego de los elogios a la vice que le dedicaron dirigentes como Guillermo Moreno o Sergio Berni, a la que ven como una dirigente de inclinación «nacionalista». Quien también le tiró algiuna flor en los últimos días fue el interbloque de senadores de Unión por la Patria, José Mayans, quien luego de haber cruzado bromas en la última sesión, dijo en una entrevista que la vicepresidenta «se aproxima más ideológicamente a nosotros que a Milei».

Algo que también marcan los encuestadores, que en una sociedad dividida casi en partes iguales, los que están en contra del Gobierno tienen una mirada nacional y popular, pero también mayoritariamente progresista. El peronismo de «derecha», carril que algunos dirigentes buscan ocupar desde hace mucho como Miguel Angel Pichetto o Juan Schiaretti, es minoritario. Las definiciones de Kicillof, entonces, sirven como medida de por dónde imagina que debe transitar la nueva conducción que asuma a fin de año en el peronismo de cara al examen electoral de 2025, sin puntos de contacto con el sentido común de ajuste permanente como se busca instalar como la única solución posible.

 

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